domingo, 9 de agosto de 2009

Forjarse a sí mismo

Algo que poca gente piensa y hace en esta clónica sociedad, es forjarse a sí mismo. Forjarse refiriéndome a formarse a sí mismo, su personalidad, sus gustos, y demás. La personalidad y gustos parecen estar limitados a lo supuestamente "correcto" para esa sociedad, sobretodo a las modas, y poca gente intenta salir de esas modas y buscarse lo que realmente le gusta.

De nada sirven los razonamientos y argumentos, tan sólo les importa encajar en un grupo, y no estar fuera de esa sociedad. Esto hace que gran parte de la gente parezcan clones basados en una misma persona, aunque no todo el mundo lo vea así. Y cualquiera que piense diferente a todos esos clones, será mal visto por la sociedad y tachado como "rarito".

Pienso que cada persona debería formarse más a sí misma, de cada rasgo de personalidad, coger el que más se adecue a él, de cada gusto o afición, coger lo que realmente le gusta. Y no basarse en lo correctamente visto por la sociedad, sino en lo correctamente visto por sí mismos. ¿Acaso importa más lo que piense de ti esa falsa sociedad, que lo que tú piensas de ti mismo? Seamos como realmente queremos ser, no como nos obligan a ser. Si cada persona dentro de esa sociedad se mirara a un espejo que refleja su personalidad, seguro que no se verían a sí mismos en él. No me creo que a casi todos les gusten las mismas cosas ni piensen igual, como hacen parecer.

Como ejemplo, pongo mis gustos por la música. Mientras el resto de la gente de mi edad suele escuchar lo último que se ponga de moda en estilos como el Reggaeton, Techno, Pop, y demás, a mí todos esos estilos nunca me gustaron, pero en el Heavy Metal, un género que no es que esté precisamente de moda, encontré mi verdadero gusto por la música. Y no por ello voy a escuchar otros por tal de encajar en esa sociedad. Igual pasa con casi cualquier cosa de las que hacen que toda esa sociedad parezcan clones.

Por último, termino el post con una frase un tanto cursi, pero que expresa bien lo que quiero decir:

¿Acaso importa más lo que nos diga esa falsa sociedad, que lo que nos diga nuestro propio corazón?